Así, día tras día, entre la confusión, la falta de tiempo para la reflexión, la inercia, el cansancio y la pereza mental, en un río cada vez más revuelto aparecen, proliferan, se multiplican los presuntos, supuestos, autoproclamados expertos, en todos los campos, desde la política a la economía, el desarrollo personal o la simple degustación de un vino, que se autoproclaman en posesión de la verdad absoluta, infalibles dioses que tienen respuesta para todo, la solución para todo y jamás se equivocan. Su palabra es ley, o como si lo fuera. Lo mejor de todo: jamás se equivocan aunque tampoco aciertan mucho. Y cada día hay más, casi es una plaga. Es increíble que un mundo plagado de expertos esté tan mal... Algo falla.
Sin embargo, el mundo sería mucho mejor si apareciera más gente que, con humildad, dijera algo así como "Veo el problema, bueno, no sé si lo veo del todo, si lo he entendido del todo, pero voy a estudiarlo bien, y después no sé qué camino tomaré, pero si no funciona tomaré otro, y si tampoco funciona seguiré probando, seguiré intentándolo". Sin embargo vivimos en un mundo donde demasiados se creen dioses, creen haber dado con "la solución", la única, claro (que además no funciona) y a pesar de su incompetencia insisten en lo absurdo, lo contraproducente. Y así nos va, sobran los ejemplos en estos tiempos de "austeridad" a toda costa mientras se subvenciona a los mendicantes financieros, siguiendo las sabias recomendaciones de los expertos económicos más influyentes.
De todas formas, otro mundo es posible, formado no por dioses sino por seres humanos, capaces de intentarlo, de equivocarse, de dudar, de reconocer sus errores, y de seguir intentándolo, una y otra vez, en un contínuo ensayo y error que, paradójicamente, es el mayor de los aciertos.
Añado un par de vídeos:
"Ensayo y error, y el complejo de Dios", por Tim Harford, autor de "El economista camuflado".
"La industria de los expertos", documental que cuestiona la supuesta infalibilidad de los expertos.
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